Autor Marco Antonio Sanabria
Desde la Segunda Guerra Mundial, la declinación de la asistencia a las salas de cine en la Gran Bretaña no tiene su explicación o justificación en la escasez de buenas películas o en la aparición de la TV, más bien, se justifica por los cambios demográficos y los cambios en la concepción social sobre el ocio o tiempo libre.
Para la primera mitad de la década de 1980, se registró un 48% de declinación en la asistencia a los cines, que ha sido el porcentaje más alto desde la Segunda Guerra Mundial.
Para 1985, hubo un aumento de un 18% y luego para 1986 hubo un aumento por el mismo porcentaje. Podría ser por el esfuerzo promocional dado por el British Film Year que comenzó en mayo de 1985 y se mantuvo hasta antes del Festival de Cannes (un año después). Se tuvo un slogan que decía que el cine es el mejor lugar para ver una película (the cinema is the best place to watch a film), pero el público británico pareció no estar de acuerdo.
Un estudio hecho en diciembre de 1984, por la Broadcasting Research Unit, indicó que un 64% de los entrevistados opinaron que el mejor lugar para ver una película era el hogar, un 31% dijo que el cine y un 5% no supo responder.
Para 1946, un 74% de la población británica iba al cine al menos una vez al año y un 32% iba al cine una o más veces por semana. Luego otra investigación descubrió que para 1984, el 74% de la población no iba al cine (porcentaje que bajó a 68% en 1985) y que sólo un porcentaje muy bajo (1%) iba al cine una vez a la semana o más.
Parece ser que la mayoría de las explicaciones sobre la declinación en la asistencia a las salas, se basa en dos problemas principales, que son: el producto (servicio) y la tecnología.
En la Gran Bretaña, se ha combatido esta declinación de mucha maneras, haciendo ver sobre la calidad de la imagen y el sonido, con el Cinerama[1], tercera dimensión, 70 mm., Dolby sound, etc.
El vídeo, cable, pay-per-view y otros similares, mantienen las películas al alcance del público, y permiten a los productores hacer películas que implican algún riesgo económico.
Según D. Docherty, D. Morrison y M. Tracey, (1986, p. 29.) el nuevo sistema del HDTV (High definition TV) es un arma de doble filo, porque permite una imagen equivalente a la que da la impresión en 35 mm. en un cine pequeño (1.125 líneas).
Estos investigadores, también dicen algo que reafirmarán más adelante otros: que el problema de la fluctuación en la asistencia al cine consiste básicamente en que los productores y personas interesadas, no conocen a las audiencias, a los consumidores de películas.
Una de las formas de analizar a los consumidores de películas, o audiencias, es desde un ángulo sociológico, en la que se ubica a las personas como miembros de familias, trabajadores, escolares; mira la satisfacción de cada uno, y analiza los diferentes segmentos que pueden consumir o ver una película.
D. Docherty, D. Morrison y M. Tracey, (1986, p. 32.) respaldan a otros autores e investigadores, al afirmar que ir al cine es sobre todas las cosas una forma de utilizar el tiempo libre o el ocio, se relaciona directamente con el ciclo de vida de cada persona, que el cine tiene una relación con la percepción de costo - beneficio, y que a través de la historia cambia según la naturaleza del trabajo y la familia.
Otro aspecto importante que estos investigadores han dado a conocer en la Gran Bretaña, es que la lucha del cine contra los avances tecnológicos ha sido una batalla que se viene perdiendo conforme la tecnología avanza y se desarrolla aún más.
En dicha nación, cada vez que un cine cierra, se debe a que ya ha tenido pérdidas equivalentes a un 75% de sus ingresos. Y concluyen que solamente se le puede atribuir a la TV la causa de declinación equivalente a dos tercios en la asistencia al cine entre 1950 y 1954.
Y dicen que después de 1980, parte de la declinación tiene su origen en el VCR.
Los investigadores D. Docherty, D. Morrison y M. Tracey, (1986, p. 37.) sostienen que para la vasta mayoría en el Reino Unido que ven películas en vídeo, (ver películas) se ha convertido en una experiencia hogareña, una experiencia que ellos pueden controlar por medio del VCR de una forma que nunca podrían en una sala cinematográfica.
Y luego de una investigación (1986, p. 38.), afirmaron que entre 1980 y 1984, cuando el vídeo tomó fuerza en el Reino Unido, la asistencia a los cines bajó en un 48%. Y que aquellos que no tenían un VCR, que eran personas con pocos recursos económicos o personas viejas, de todas formas eran personas que no iban al cine.
Concluyen su artículo diciendo que la clave para analizar, investigar y observar este proceso, es ver al cine como una forma de entretenerse, de utilizar el tiempo libre. Dado todas las actividades y necesidades que genera el ocio (o tiempo libre) debe verse el consumir una película de una forma diferente o separada al deseo de ir a ver una película.
[1]Cinerama: Sistema desarrollado entre 1940 y 1950 por el ingeniero norteamericano Fred Waller, que permite filmar simultáneamente una escena con la ayuda de tres cámaras sincronizadas (Three-Lens Cinerama), dispuestas en tres ángulos distintos de forma que abarquen un campo horizontal de 146° y uno vertical de 55°, lo que equivale aproximadamente al campo de visión del ojo humano.
Desde la Segunda Guerra Mundial, la declinación de la asistencia a las salas de cine en la Gran Bretaña no tiene su explicación o justificación en la escasez de buenas películas o en la aparición de la TV, más bien, se justifica por los cambios demográficos y los cambios en la concepción social sobre el ocio o tiempo libre.
Para la primera mitad de la década de 1980, se registró un 48% de declinación en la asistencia a los cines, que ha sido el porcentaje más alto desde la Segunda Guerra Mundial.
Para 1985, hubo un aumento de un 18% y luego para 1986 hubo un aumento por el mismo porcentaje. Podría ser por el esfuerzo promocional dado por el British Film Year que comenzó en mayo de 1985 y se mantuvo hasta antes del Festival de Cannes (un año después). Se tuvo un slogan que decía que el cine es el mejor lugar para ver una película (the cinema is the best place to watch a film), pero el público británico pareció no estar de acuerdo.
Un estudio hecho en diciembre de 1984, por la Broadcasting Research Unit, indicó que un 64% de los entrevistados opinaron que el mejor lugar para ver una película era el hogar, un 31% dijo que el cine y un 5% no supo responder.
Para 1946, un 74% de la población británica iba al cine al menos una vez al año y un 32% iba al cine una o más veces por semana. Luego otra investigación descubrió que para 1984, el 74% de la población no iba al cine (porcentaje que bajó a 68% en 1985) y que sólo un porcentaje muy bajo (1%) iba al cine una vez a la semana o más.
Parece ser que la mayoría de las explicaciones sobre la declinación en la asistencia a las salas, se basa en dos problemas principales, que son: el producto (servicio) y la tecnología.
En la Gran Bretaña, se ha combatido esta declinación de mucha maneras, haciendo ver sobre la calidad de la imagen y el sonido, con el Cinerama[1], tercera dimensión, 70 mm., Dolby sound, etc.
El vídeo, cable, pay-per-view y otros similares, mantienen las películas al alcance del público, y permiten a los productores hacer películas que implican algún riesgo económico.
Según D. Docherty, D. Morrison y M. Tracey, (1986, p. 29.) el nuevo sistema del HDTV (High definition TV) es un arma de doble filo, porque permite una imagen equivalente a la que da la impresión en 35 mm. en un cine pequeño (1.125 líneas).
Estos investigadores, también dicen algo que reafirmarán más adelante otros: que el problema de la fluctuación en la asistencia al cine consiste básicamente en que los productores y personas interesadas, no conocen a las audiencias, a los consumidores de películas.
Una de las formas de analizar a los consumidores de películas, o audiencias, es desde un ángulo sociológico, en la que se ubica a las personas como miembros de familias, trabajadores, escolares; mira la satisfacción de cada uno, y analiza los diferentes segmentos que pueden consumir o ver una película.
D. Docherty, D. Morrison y M. Tracey, (1986, p. 32.) respaldan a otros autores e investigadores, al afirmar que ir al cine es sobre todas las cosas una forma de utilizar el tiempo libre o el ocio, se relaciona directamente con el ciclo de vida de cada persona, que el cine tiene una relación con la percepción de costo - beneficio, y que a través de la historia cambia según la naturaleza del trabajo y la familia.
Otro aspecto importante que estos investigadores han dado a conocer en la Gran Bretaña, es que la lucha del cine contra los avances tecnológicos ha sido una batalla que se viene perdiendo conforme la tecnología avanza y se desarrolla aún más.
En dicha nación, cada vez que un cine cierra, se debe a que ya ha tenido pérdidas equivalentes a un 75% de sus ingresos. Y concluyen que solamente se le puede atribuir a la TV la causa de declinación equivalente a dos tercios en la asistencia al cine entre 1950 y 1954.
Y dicen que después de 1980, parte de la declinación tiene su origen en el VCR.
Los investigadores D. Docherty, D. Morrison y M. Tracey, (1986, p. 37.) sostienen que para la vasta mayoría en el Reino Unido que ven películas en vídeo, (ver películas) se ha convertido en una experiencia hogareña, una experiencia que ellos pueden controlar por medio del VCR de una forma que nunca podrían en una sala cinematográfica.
Y luego de una investigación (1986, p. 38.), afirmaron que entre 1980 y 1984, cuando el vídeo tomó fuerza en el Reino Unido, la asistencia a los cines bajó en un 48%. Y que aquellos que no tenían un VCR, que eran personas con pocos recursos económicos o personas viejas, de todas formas eran personas que no iban al cine.
Concluyen su artículo diciendo que la clave para analizar, investigar y observar este proceso, es ver al cine como una forma de entretenerse, de utilizar el tiempo libre. Dado todas las actividades y necesidades que genera el ocio (o tiempo libre) debe verse el consumir una película de una forma diferente o separada al deseo de ir a ver una película.
[1]Cinerama: Sistema desarrollado entre 1940 y 1950 por el ingeniero norteamericano Fred Waller, que permite filmar simultáneamente una escena con la ayuda de tres cámaras sincronizadas (Three-Lens Cinerama), dispuestas en tres ángulos distintos de forma que abarquen un campo horizontal de 146° y uno vertical de 55°, lo que equivale aproximadamente al campo de visión del ojo humano.