Autor Marco Antonio Sanabria
La TV entró a un nivel masivo en los EE.UU. para los años cincuentas, y no fue la única causa de que el cine haya visto sus ingresos y espectadores reducirse en números. Hubo otras causas, como e.g. las restricciones en Europa para el ingreso de películas, la creciente competencia de películas europeas, huelgas en Hollywood, intervención del Gobierno de los EE.UU. y el Congreso, por sospechas de comunistas infiltrados y otros.
La TV, sin embargo, tuvo una amenaza más latente (por un período mucho mayor) que la radio. Harry Warner, en un artículo, escribió algo muy claro sobre el cine y la TV, dijo:
“Las buenas películas en la TV no mantienen a las personas alejadas de las salas de cine. Son las malas películas (en los cines) las que las mantienen alejadas.”[1]
Se puede decir que Hollywood, tuvo tres pasos de acción contra la TV, el primero fue de contemplación, luego competencia y finalmente cooperación.
Al principio, la publicidad desarrolló anuncios con slogans muy directos y agresivos, tales como: Las películas están mejor que nunca (Movies are better than ever), Obtenga más de la vida—¡salga a ver una película! (Get more out of life—Go out to a movie!) y No sea un prisionero de su sala: ¡salga a ver una gran película! (Don't be a living room captive: Step out and see a great movie!).
Hubo varias acciones para competir contra la TV, una fue el cambio del formato de cine de 1.33:1 a otros formatos como el de pantalla ancha de cinemascope (el más barato), luego a otros como el de Cinerama, el sonido estéreo, grandes producciones a color, tercera dimensión (3-D); ninguno de éstos los podía aplicar la TV. Estas estrategias tecnológicas, se relacionaban con el cine, la TV no podía financieramente costearse avances de este tipo, o al menos para imitar al cine.
Las grandes películas que se pueden ver hoy en cable, cine, TV, vídeo, etc., especialmente durante Semana Santa fueron empleadas para atacar la TV y recuperarse de la merma en la asistencia a las salas de cine. Películas de ese tipo, con grandes estrellas, producciones, de formato ancho, se convirtieron en el plato del día en esas doradas épocas. Entre ellas se recuerdan The Ten Commandments, Around the world in eighty days, se aprovechó para presentar temas controversiales como en Home of the brave o Gentleman's agreement; se explotaron los talentos de las estrellas (sobre todo los pechos o senos) femeninas como Jane Mansfield quien actuó en películas como Kiss them for me (1957); o Marilyn Monroe en películas como Gentlemen prefer blondes (1953) o The Prince and the showgirl (1957), o bien, la actriz Anita Ekberg, quien actuó en películas como Screaming Mimi (1958) o Hollywood or Bust (1956).
Al igual que la radio (y hoy el vídeo), el cine no podía competir en el sentido de que la TV era un sistema hogareño, ya que se encontraba en las casas.
Al final, la Industria Cinematográfica se dio cuenta de que la lucha directa contra la TV, no tenía sentido, y lo que dejaba eran pérdidas económicas, el paso final, fue la cooperación, el principio básico de la simbiosis.
Para 1955, se dio una especie de relación amorosa, un cortejo entre la industria del cine y las televisoras, el resultado de eso fueron programas en la TV como Warner Brothers Presents, The 20th Century-Fox hour, Disneyland y otros.
Para 1957, las televisoras adquirieron los derechos para programar películas de 1948 y otros años anteriores.
[1]Warner, Harry. “Television and the motion picture industry.” Hollywood Quarterly. (2): 11-18. 1946.
jueves, 2 de septiembre de 2010
El cine y la televisión
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