Autor Marco Antonio Sanabria
Las películas pueden analizarse desde muchos puntos de vista, no se debe olvidar que cada quien tiene la razón desde su propia perspectiva.
Así, las películas son para unos netamente un entretenimiento, una forma más de pasar el tiempo libre, el rato de ocio. Otros más preocupados ven las películas como una terapia para combatir el stress, y así, las películas atienden muchas otras necesidades del público.
Jay Haley[1] dijo en un artículo titulado The appeal of the moving picture, que las películas podían ser un indicador de algún tipo de tensiones en las sociedades, ya que las personas iban mucho al cine durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra en Corea.
Y ese mismo autor, comenta sobre la posibilidad de que las personas (especialmente jóvenes) utilicen las películas para aprender sobre tradiciones y culturas y para interpretar la vida.
Las películas en la sociedad, están sumamente relacionadas con las motivaciones de la misma, esta sección, está totalmente relacionada con las motivaciones, por lo que se recomienda repasar la sección titulada: Sobre los motivos para ver una película.
La películas pueden satisfacer las fantasías del consumidor, esto se presta para una interpretación directa con las películas pornográficas, y es válido, pero no son solo ese tipo de películas las que despiertan la fantasías del espectador. e.g. en películas como Dirty Harry, en las que Clint Eastwood interpreta a un policía rudo y violento, extermina a los maleantes a sangre fría, justo como muchos quisieran hacer. Para muchos sería bonito ser James Bond, apuesto, mujeriego y sin compromisos, y mejor aún con licencia para matar.
Otras personas dicen que las películas incrementan, fomentan, estimulan y animan la violencia. A muchos les pareció curioso, el caso en el Reino Unido, hace algunos años cuando un loco luego de ver la película Rambo asesinó a varias personas; o la similitud entre el terrorista en la película Speed (quien intentó poner una bomba en un tren), y el caso de un hombre en los EE.UU., quien a finales de 1994, quiso hacer estallar una bomba en un tren (y lo logró, con tan mala suerte que estalló antes de tiempo a su lado). Pero sobre todo, el caso más directo, si es que puede atribuírsele a la película, es el del hombre que intentó asesinar al expresidente de los EE.UU. Ronald Reagan, con la única intención de demostrarle a la actriz Jodie Foster que la amaba. Se debe aclarar que dicho hombre tenía varios meses de molestar telefónicamente a la actriz y que ella había sido la actriz principal (junto a Robert De Niro) de la película Taxi driver, en la que en una escena el personaje principal intenta asesinar a un político. ¿Acaso dicho demente se inspiró en dicha película para atacar a Reagan?
Daniel Marranghello[2] opina que las películas tienen una influencia sociocultural importante, ya que crean moda (hablar igual que el actor, fraces, forma de vestir, etc.), bailes, música (e.g. The Bodyguard). Sobre los efectos en la sociedad, los casos de locos que matan gente, son muy específicos, aislados e individuales. Desde un punto de vista estadístico, son insignificantes. Las películas como influenciadoras, no son una causa única, en lo que se conoce como la etiología de la violencia, donde se analizan las causas desde varios puntos posibles de origen como e.g. estudios sobre la estructura de la personalidad (del loco), antecedentes de la persona (si tenía antecedentes policiales, si tenía tratamiento psiquiátrico, etc.), situación personal (si es huérfano, o fue abusado sexualmente en la infancia, etc.), y otros.
A una persona normal, no le suceden esas cosas, como e.g. que ve una película y sale a la calle a matar gente, a violar, a asaltar bancos, etc.
[1]Haley, Jay. Op. cit.
[2]Marranghello, Daniel. Op. cit. San José, C.R. Centro de Cultura Cinematográfica Irazú, 23 de diciembre, 1994. (Comunicación personal).
jueves, 1 de julio de 2010
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